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Comer menos alimentos se ha relacionado con una vida más larga, pero hay un problema
Numerosos estudios han confirmado que todo tipo de animales, desde monos hasta moscas y nematodos, viven más si reducen su ingesta calórica. Sin embargo, debido a cuestiones éticas y dificultades en los ensayos clínicos, es difícil afirmar que reducir la ingesta de alimentos aumenta la esperanza de vida humana.
Los estudios observacionales que utilizan métodos de restricción calórica menos restrictivos, como el ayuno intermitente, sugieren que dichas dietas pueden reducir el riesgo de muerte prematura.
El análisis también muestra una asociación entre un menor peso corporal y grasa corporal y un menor riesgo cardiometabólico, lo que puede ayudar a prolongar la esperanza de vida. Se destaca que los tamaños de muestra pequeños y los estudios a corto plazo dificultan determinar si estos cambios realmente conducen a un aumento de la esperanza de vida.
Los investigadores evaluaron los efectos de la restricción calórica gradual y el ayuno intermitente en 960 ratones hembra genéticamente diversos, confirmando resultados anteriores. En otras palabras, el ayuno intermitente puede ayudarle a vivir más tiempo.
Los ratones cuya ingesta calórica se redujo significativamente perdieron casi una cuarta parte de su peso corporal de seis meses en 18 meses, mientras que el grupo de control ganó más de una cuarta parte de su peso corporal. Curiosamente, los ratones severamente restringidos vivieron un promedio de nueve meses más que sus pares. Se trata de un aumento de poco más de un tercio.
Sin embargo, las medias no reflejan diferencias dentro del grupo con restricción calórica. Aunque las diferencias de edad en los ratones severamente inmovilizados fueron significativas, algunos murieron a diferentes edades, lo cual es un factor negativo que puede contrarrestar los beneficios.
De hecho, entre el grupo con restricción calórica, las ratas más pesadas a menudo vivían más tiempo, lo que pone en duda el vínculo entre el metabolismo y la esperanza de vida.
Los autores del estudio sostienen que la genética juega un papel más importante a la hora de determinar la esperanza de vida de los ratones. Los ratones que mantuvieron su peso a pesar del estrés tenían más probabilidades de vivir hasta una edad avanzada, al igual que aquellos que tenían más glóbulos blancos para combatir las infecciones.
"Los ratones más resistentes y sanos tenían más probabilidades de sobrevivir en condiciones difíciles", señalan los científicos.
“La compleja interacción de estos factores puede ser más multifacética que la pérdida de peso y el metabolismo. "Dadas las diferencias entre la fisiología del ratón y la humana, este estudio plantea preguntas importantes sobre nuestro enfoque de la nutrición, la salud y la longevidad", concluyeron los autores del estudio.
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